SOLEDAD Y DIÁLOGO
Cuando se habla con el alma no ha lugar para el engaño, el engatusamiento, el flirteo. En la soledad acompañada del corazón no cabe la impostura ni la mentira.
El ser humano es un ser religioso porque pregunta. La filosofía enfoca una gran variedad de cuestiones existenciales. El conocimiento, la verdad, la moral, la fe, la felicidad, la libertad, la ética, el sentido de la vida, el sufrimiento y la muerte es el ámbito por antonomasia de lo auténticamente personal.
Contamos con filósofos y teólogos que han dedicado su vida a las grandes preguntas que todos nos hacemos. La lectura de sus estudios y artículos, los libros que desmenuzan o las conclusiones de sus conferencias son una orientación fundamentada para todos los públicos. Tenemos al alcance una posibilidad de preguntar, aprender y debatir:
Cuando se habla con el alma no ha lugar para el engaño, el engatusamiento, el flirteo. En la soledad acompañada del corazón no cabe la impostura ni la mentira.
l orden supone un final, pero no un final cualquiera, por consunción, sino un final que es a su vez finalización. El orden también supone no solo finalización, sino también finalidad. Finalidad es saber por qué hago las cosas. Dirigirme. Poseerme.
Sin embargo, parece que parlotear ahora, en los tiempos que corren, de salvación no es políticamente correcto, porque pensamos que no necesitamos de salvador alguno. Quizá porque nos sentimos lo suficientemente adultos para que no nos vengan con monsergas. Craso error. Porque todos estamos necesitados de la ayuda, del cariño, del estímulo de los demás. Nadie es un verso suelto.
las convicciones que antaño abrigamos, y que nos mantenían tensos, hoy se han disipado y ya no son suficientemente sólidas para mantener una actitud digna ante el misterio de la vida, que hoy está agostada
La medida de la alegría no estaría tanto en la acumulación de bienes como en el cuidado de los vínculos personales
¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Por qué tanta barbarie? ¿De verdad está sucediendo lo que nos cuentan los noticiarios y los diarios? ¿Será acaso un mal sueño y todo es irreal?
Así pues, la contribución de los ciudadanos a la paz consiste en saber convivir con los otros, con los divergentes, con los que piensan de otra manera. En cristiano, es el amor a los demás, la comprensión y la transigencia, la empatía con quien consideramos que está errado
Precisamente por este motivo, frente a la ilógica de la fuerza se ha de contraponer no otra fuerza mayor, sino una fuerza superior. Aunque parezca clamar en el desierto, la voz del Papa Francisco es contundente: «Dios es solo el Dios de la paz, no es el Dios de la guerra, y los que apoyan la violencia profanan su nombre».
Los amantes de la paz hemos de implorar con confianza, aunque seamos conscientes de nuestra impotencia para modificar el rumbo de los acontecimientos. Pero no podemos olvidar tampoco, al menos los cristianos, que Dios es Señor de la historia y que la paz es un don y una tarea que se nos encomienda.
Sin embargo, la frase de Aníbal la he oído en ocasiones con el latiguillo de que las batallas las ganan los soldados cansados con el aliento de sus jefes. Esto último quizá sea tan importante o más que lo primero. Si los que han de comandar se quedan paralizados, sin aliento, el orden se desmorona, tanto si se trata de una organización, una administración o cualquier empresa colectiva de ámbito social