UN MUNDO IMPERFECTO

Me parece que hay que desechar esa enfermedad del alma que consiste en ser incapaz de ver lo bueno que hay en los demás: es desagradecimiento vital. En el fondo indica que soy yo el que he de cambiar. Las distorsiones encapotan y nos incapacitan para ver la bondad. Que estemos en un mundo imperfecto es desde luego un acicate, ya que nos espolea a mejorar, a pelear, a luchar, en el sentido clásico y bíblico de la expresión: esto es lo que nos hace mejores. Y conviene que las cosas sean así.

A CAPÓN

Las prisas, que son malas consejeras, y las ideologías que son peor todavía, van camino de endilgarnos una ley trans que es un desatino. Cuando no se tiene claro que ser hombre o mujer es una realidad biológica, sino que se considera un mero rol que se puede cambiar a gusto, empezamos como con las vacas locas: que en lugar de darle pastos herbáceos le dábamos a comer harinas procesadas de carne y pescado: un jaleo; y las pobres se volvían locas. Nos costó darnos cuenta, pero se ha rectificado. Y ya parece que están cuerdas

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