CATÁSTROFES
Una insinuación que persiste: tener más de dos hijos es una irresponsabilidad. Son autores intelectuales del ‘suicidio’ poblacional de Occidente, en el que España es campeón: un país de viejos en franca retirada necesitado de migrantes.
El ser humano es un ser religioso porque pregunta. La filosofía enfoca una gran variedad de cuestiones existenciales. El conocimiento, la verdad, la moral, la fe, la felicidad, la libertad, la ética, el sentido de la vida, el sufrimiento y la muerte es el ámbito por antonomasia de lo auténticamente personal.
Contamos con filósofos y teólogos que han dedicado su vida a las grandes preguntas que todos nos hacemos. La lectura de sus estudios y artículos, los libros que desmenuzan o las conclusiones de sus conferencias son una orientación fundamentada para todos los públicos. Tenemos al alcance una posibilidad de preguntar, aprender y debatir:
Una insinuación que persiste: tener más de dos hijos es una irresponsabilidad. Son autores intelectuales del ‘suicidio’ poblacional de Occidente, en el que España es campeón: un país de viejos en franca retirada necesitado de migrantes.
El quimérico Frankenstein es paradigma de lo monstruoso, no solo desde el punto de vista de la armonía de sus miembros, que lo hace bascular de manera torpe y aberrante, sino la de una criatura fabricada por quien usurpa el puesto del Creador usando restos escombrados. No en vano, la novela de Mary Shelley lleva por subtítulo «el moderno Prometeo», pues el engendro resultante ha sido hecho, fabricado, producido como efecto del ingenio del hombre, de su ciencia y de su técnica pervertidas por su afán prometeico de hacerse a sí mismo.
«Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo». Sublime.
Hay quien en efecto, cose, incluso a destajo, pero se olvidó de enhebrar el hilo: la aguja pasa, pero como pasa el agua por la torrentera: al rato, está toda seca de nuevo.
Ella le presta la firmeza y la dulzura. Y él la mira con ojos de enamorado, con esa mirada que solo en los niños he sido capaz de captar
Me parece que hay que desechar esa enfermedad del alma que consiste en ser incapaz de ver lo bueno que hay en los demás: es desagradecimiento vital. En el fondo indica que soy yo el que he de cambiar. Las distorsiones encapotan y nos incapacitan para ver la bondad. Que estemos en un mundo imperfecto es desde luego un acicate, ya que nos espolea a mejorar, a pelear, a luchar, en el sentido clásico y bíblico de la expresión: esto es lo que nos hace mejores. Y conviene que las cosas sean así.
Ya no sabemos muy bien si hablamos de entomología, dipterología, sexualidad o antropología, o lenguaje de la calle. En fin, es tal el desbarajuste mental que todo esto produce que no me extraña nada que además de hacernos un lío con la biología nos enredemos con la gramática.
Las prisas, que son malas consejeras, y las ideologías que son peor todavía, van camino de endilgarnos una ley trans que es un desatino. Cuando no se tiene claro que ser hombre o mujer es una realidad biológica, sino que se considera un mero rol que se puede cambiar a gusto, empezamos como con las vacas locas: que en lugar de darle pastos herbáceos le dábamos a comer harinas procesadas de carne y pescado: un jaleo; y las pobres se volvían locas. Nos costó darnos cuenta, pero se ha rectificado. Y ya parece que están cuerdas
A mi entender, la violencia radica en la reivindicación del materialismo, por el que hemos de buscar en este mundo el paraíso. Es una pretensión vana, pues aboca a una humanidad sin esperanza. Históricamente esta pretensión ha sido irrisoria, una burla en toda regla, un engaño monstruoso. No es muy difícil comprender que si todo nuestro anhelo y nuestra esperanza están en este mundo, tal y como acontece y conocemos, la verdad, estamos aviados
El hombre que sale al mundo sale de la intimidad, pero a su vez la conserva en su interior: su intimidad es plena y se constituye en fuente inagotable de su riqueza espiritual cuando se proyecta en el compromiso social