Publicado en Levante, 20 de diciembre de 2023
Pedro López
Como en el parto de los montes, después de los berridos correspondientes, que parecían tragarse el mundo mundial, lo que al final ha sucedido es que lo parido es un simple ratoncillo. Esa es mi impresión de la COP28 encumbrada en Dubai. Conocemos los comienzos: relaciones bilaterales entre las partes, en el argot climático, exportadores de petróleo -y que no están bajo estrictas medidas de embargo (Irán, Venezuela, Rusia que sin embargo siguen exportando petróleo por terceros interpuestos)- con otras para ver qué contratos de compraventa de petróleo y gas natural podían firmar los unos y los otros.
¡Se han marchado todos contentos!, pues por primera vez ha salido la palabra talismán: «combustibles fósiles». No su eliminación sino tan solo su tránsito. Hay que darse cuenta que en las anteriores COP (27) nunca había surgido este tema, sino simplemente que el CO2, el metano y otros gases de origen antropogénico son los culpables manifiestos del aumento de las temperaturas y del cambio climático que puede suponer un serio disgusto para la humanidad; y hay que reducirlos. Luego, unos consejos: triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética de aquí a 2030. Y descarbonizar, siendo neutros en emisiones, para 2050. Y uno se pregunta ¿habrá sanciones? La respuesta es no: la COP28, en palabras de Simon Stiell, Secretario Ejecutivo de la ONU para el Cambio Climático, es que «necesitábamos una luz verde mundial que indicara que todos los sistemas debían funcionar con energías renovables, justicia climática y resiliencia» (palabras muy de moda, pero que precisan poco). El principio del fin de los combustibles fósiles o de la pesadilla del cambio climático.
¿Conseguiremos no sobrepasar del 1,5º de temperatura global para el año 2100 respecto a la era preindustrial (1750)? Los optimistas dicen sí; y los otros, no. Ahora mismo estamos entre 1,2º-1,3º. Claro que, según el susodicho, «el balance mundial nos ha mostrado claramente que los avances no son lo bastante rápidos, pero van ganando ritmo». Como en otras ocasiones, después de las densas tinieblas que se cernían al principio, respecto a los posibles acuerdos, y a última hora (¿qué han hecho mientras tanto?), las cosas han salido estupendamente, según la ONU. Todo son parabienes: por fin la cosa comienza a funcionar. Y yo me pregunto, ¿de verdad es así? ¿Qué dicen los expertos?
Ante todo cautela, ni mucho menos está todo hecho. Hay que transitar del modelo actual en el que la mayor parte de la energía la obtenemos del carbón, petróleo y gas natural, a otro modelo descarbonizado. Y esto, no se hace deprisa y corriendo, por mucho que se quiera. Ha de haber un período de transición, tan urgente como sea posible. Aunque cabe que, por una de esas chiripas, logremos una energía abundante, barata y sin emisiones. Por cierto que la COP28 apuesta también por la energía nuclear; y Alemania se va a poner manos a la obra, después de todo lo que ha acontecido.