¿¿¡¡VIVAN LAS CADENAS!!??

Salvador Peiró i Gregori. Catedrático de Universidad 

Publicado en Las Provincias, 18 de abril de 2024

 

Se están desarrollando las sesiones del Foro Económico Mundial (WEF), aquel en el cual se sentenció: “No tendrás nada y serás feliz” (Ida Auken, 2016). Hay quienes relacionan está frase sólo con la desposesión de bienes, recibir la paguita; pero, hay detrás un palo con zanahoria, que simbolizaría la ausencia de autodeterminación. Se trata de suprimir la libertad. Sin embargo, ¿no son los poderosos y grandes fortunas quienes se reúnen? ¿Es contradictorio? ¿Cómo se ocasionaría?

Por ejemplo, en WEF-2024 ya se asegura que está al caer una pandemia X , que sería mucho peor que COVID-19, asegura la OMS. Paralelamente, sin que haya relación con esa «x», se hace un  llamamiento a los líderes mundiales sobre la salud sexual, que implica consecuencias educacionales, independientemente del criterio de las familias. Inmediatamente, tales mensajes se refuerzan propalándose por las cadenas de radio y televisión, redes sociales… También, contribuye a confundir cuando se satura a la gente de una lluvia de información breve y carente de la suficiente explicación, que exigiría una pertinente reflexión crítica.

En 1996 publiqué un artículo científico sobre los efectos antieducativos debidos al abuso en el consumo de TV, señalando cómo influyen los contenidos y los procesos en la pauperización de la conciencia y la socialidad de los telespectadores; en 2011 efectuamos una revisión que confirmaba lo anterior. Desde entonces se ha atolondrado más mediante la convergencia de TV y nuevas tecnologías, usadas éstas por doquier, saturando el modo de hacer de la escuela. En esto, cabe incluir también la música (hay que ver como se plantean frases nítidas para indicar lo que debería hacerse, a modo de dictat); así también los dibujos animados, incluso Disney, que no son neutrales.

Si las pantallas, incluida la IA, suplantasen la relación humana, se contribuiría a suprimir la persona, entendida ésta como centro de la sociedad, la política, del estado… de la historia. Para conseguirlo, se trata de menoscabar el sentido común, ya que éste hurgaría en las conciencias para hacer que la gente se entere que se va actuando “contra natura”. De este modo, se condicionaría para que se abandonen creencia y sus manifestaciones externas. Entonces, si los sujetos se vacían, se consigue que sus referentes morales se alejen hasta desconocerse y debiliten sus lazos, haciéndoles mucho más vulnerables a la manipulación y al adoctrinamiento.

El modelo viene de largo. Recordemos que la cartelería soviética, o el ministerio goebelsiano se centraban en matar lo corporal o cambiar ideas, pero, los autoritaristas no veían los actos de la conciencia en virtud de lo cual muchos ejercían la libertad interior. No obstante, a diferencia de entonces, hoy la táctica consiste en infiltrar poco a poco la nueva imagen de individuo para desestructurar la sociedad, pero sin pretender cambiar de golpe las cosas. Gota a gota se quebranta la roca. Se ha programado para desenraizarnos, pero no de cuajo, sino secando los pelos absorbentes primero, luego secar la raíz, luego carcomer el tronco… hasta que la planta (tú, yo) se marchite; pero, sin que se seque del todo, sino ¿quién va a hacer lo que dicte cierto capitalismo salvaje (sea particular o estatal)?

Con falsedades, temores, medias verdades… se “asocializan” las personas (más y más familias rotas, egocentrismos…) para, desvinculados por su creencia, cada cual se fabrique su sucedáneo creencial (ídolos: poseer, poder, placer). Las programaciones y las pantallas penetran en lo profundo de la intimidad, hiriendo la conciencia, a fin de bloquearla. El sustrato son mensajes similares a “la familia no importa”, ¿la escuela…, no es cosa de los maestros, o del estado?… Veo una alienación que recuerdan la meta de Huxley para “Un mundo feliz”, satirizada por Orwell (La Granja o criticada en su 1984). Los afectados por tal lavado de cerebro ya no se consideran miembros históricos, continuadores y perfeccionadores de su realidad. ¿Qué saben de los últimos 100 años nuestros estudiantes? Ignorantes de hechos decisivos, pasan de ser meros contribuyentes, pero pasivos porque les mueve a actuar según lo políticamente correcto, o con temor…

Pero, ¿qué congruencia es esa? La que les dicta el mensaje depositado por las pantallas y reforzado por las conferencias no-regladas del cole o del IES. No saben que se les han quitado los vínculos que ayudan a sobrevivir en tiempos de crisis (pensemos en la pandemia y el apoyo familiar, en el trabajo y la ayuda de los abuelos; la penuria y Cáritas…), que son el contrapeso al vacío que una situación conflictiva conlleva.

Ante un vacío intelectual, con insuficiencia conciencia crítica, se interpretan planes de ONU y algunas de sus agencias satélites, pareciendo inculcar visiones sobre el sexo, sobre la vida, sobre el no-matrimonio, condenando hechos ahistóricamente calificándolos como supremacismo lo que antaño esra un bien muy avanzado, redefiniendo la libertad y la igualdad… ¿La UE es una burocracia? ¿Se está suicidando Occidente?

Ante esta mezcla de falsedades, opiniones e ideologías, es necesario defender la verdad, que es lo revolucionario. Los padres deberían asociarse y actuar desprendidos de la influencia de ciertas agencias.

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