TATUAJES

 Pedro López

Publicado en Levante, 11 de julio de 2024

Se ha dicho, con cierta fortuna, que el mayor negocio del mundo sería ‘comprar’ a los hombres por lo que valen y ‘venderlos’ por lo que creen que valen. La plusvalía sería fantástica. Y sin embargo, sigue siendo verdad que cada uno de nosotros es irrepetible y, en consecuencia, insustituible, irremplazable, único, inapreciable.

Pues bien, yendo de ‘ganancias’, me llama la atención, en estos días de fútbol europeo, el hecho de que bastantes futbolistas vayan ‘pringaos’, dicho sea en tono simpático, con todo su cuerpo tatuado, de pies a cabeza. Y es que si ya es un negocio implantar un tatuaje en la piel, es diez veces más costoso quitárselo.

Inyectar tinta en la dermis, en células vivas, supone que ya no se ‘borra’, pues al introducir la tinta por debajo de la epidermis, dentro de la dermis, los gruesos grumos de tinta son absorbidos por los macrófagos, unos glóbulos blancos que forman parte del sistema inmune, y ahí queda depositado el colorante, tiñendo esas células que son incapaces de eliminarlo. Esos macrófagos morirán al cabo de unas semanas, pero vendrán otros similares a ‘comerse’ de nuevo los restos, por lo que la tinta perdurará indefinidamente, durante toda la vida. No es como cuando de niño nos pintábamos la cara de indio; o ya, de más mayor, nos untábamos los dedos o las manos por la manipulación de bolígrafos u otros elementos tintóreos. En este caso, al ser epidérmica, las células ya están muertas y se descaman por sí solas; por lo que al cabo de unos días ya no queda rastro.

Para borrar un tatuaje es necesario bastante tiempo, y disponer de los conocimientos necesarios para usar un borrador láser que desmenuce los grumos de las tintas en nanopartículas mucho más pequeñas que puedan ser absorbidas por otras células macrófagas y ser definitivamente eliminadas de nuestro cuerpo. Cuesta tiempo y como ya he dicho, en la actualidad, es diez veces más costoso borrarlo que grabarlo.

Hay también otros riesgos asociados a los procesos de tatuaje, y en cierto sentido, a su borrado. Por ejemplo, si no se hace con las debidas condiciones higiénicas puede ser un vector para introducir en el organismo bacterias o virus (enfermedades infecciosas). También puede surgir una irritación más o menos intensa en la piel, debido a la tinta empleada, e incluso originarse un proceso alérgico más o menos intenso, con sus correspondientes molestias: picor intenso, rascado sangriento, e incluso llegar a un shock anafiláctico.

Se trata de una moda, y quizá ahora mola, pero, al ser precisamente moda, pasará y entonces quedará demodé. Y no, no es como quitarse una prenda de vestir que ya no se lleva o comprarse otra más actual. Ahora es otra cosa. Eso tiene la corporalidad que no es accidental a mí, como el vestido, sino que es manifestación de mi yo, mi manera de ser, como me muestro a los demás. Y esto es importante.

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