Pedro López
Publicado en Levante, 11 de junio de 2024
No es necesario ser muy avispado para darse cuenta de que la cosa tiene un tinte más bien político que científico, más visceral que sosegado. Me refiero a la emisión de CO2 a la atmósfera y el subsiguiente calentamiento global. Y flaco favor se hace a la causa, si ésta se sobredimensiona o si se sobreactúa, exagerándola, distorsionándola (y al contrario); y además con el escaso valor de las actitudes de los dirigentes. No sé cuantos jets privados se dieron cita en la última COP28 (asamblea anual de países –partes- organizada por la ONU sobre el cambio climático), celebrada en Dubai a finales del año 2023, pero fue muy llamativo porque eran cientos. Posiblemente, todos los que usaron esos aviones particulares (delegaciones, gobernantes, grandes financieros, etc.) tendrían sus razones para hacerlo (escasez de tiempo, comodidad de horarios sin depender de compañías, dinero para pagar esos costes, etc.), pero el ejemplo que se transmite es catastrófico: si los que abanderan el cambio climático se portan tan desconsideradamente con el medio ambiente es que nos están tomando el pelo.
Hay una cuestión que para mí tiene sus perendengues y es que en las fases geológicas, en las que ha habido un aumento del CO2, primero ha sucedido el calentamiento y unos centenares de años después lo hacía el CO2. Aunque parece que también ha habido períodos más o menos concomitantes. Nosotros ahora estamos teorizando exactamente lo contrario: primero hay CO2, gas calenturiento, y después aumento de la temperatura global o efecto invernadero. Esto que está sucediendo con el CO2, evidentemente de origen antropogénico, es algo no del todo comprendido, a tenor de las observaciones geológicas.
No obstante lo anterior, si tal efecto de calentamiento fuera obra de la humanidad, entonces valdría la pena evitarlo; al menos no sobrepasar el famoso 1,5º C de aumento de la temperatura; y emprender las acciones posibles. Pero, tal y como está la cosa, no es una teoría infalible: es más, los modelos matemáticos que se emplean para predecir el clima a años vista son imprecisos, y van desde los que indican que no sucederá nada especial por aumentar el CO2, hasta los que denuncian que aumentará 5º C la temperatura global, y las consecuencias serán apocalípticas. Lo curioso es que muchos modelos matemáticos han predicho una cosa y luego ha sucedido otra: en tales circunstancias, se modifican para que concuerden con el pasado, pero no hay ningún modo de ajustarlo a lo por venir porque si se diera, al que lo hiciera, le otorgarían de inmediato el premio Nobel de Física.
Ahora supongamos que el calentamiento de la tierra tiene por causa el CO2, ¿qué podemos hacer para mitigarlo? Considero que en la actual situación no disponemos de mucha capacidad de maniobra para hacerlo a un ritmo urgente, global y eficaz. Por poner un ejemplo: ¿cuánto CO2 se está arrojando a la atmósfera con la quema-destrucción de combustibles fósiles en la guerra de Rusia contra Ucrania? No tengo la menor idea, pero es evidente que los actores no van parar mientes por esa minucia. Y añado una consideración: en la actual tesitura, no hay ninguna propuesta que yo sepa para detener el calentamiento global si éste fuese efecto del CO2 antropogénico, incluso aunque estuviese perfectamente implementado, como puede suceder pronto en nuestro país con las energías renovables. Porque la emisión de CO2 va a seguir aumentando al menos los próximos cinco años; y luego… ya veremos.