EXPERIENCIAS RELIGIOSAS

Pedro López 

Publicado en Levante, 22 de abril de 2024

Llama la atención el hecho corroborado de algunas experiencias religiosas que podemos calificar de singulares. En Francia, el día que la Iglesia celebra la vigilia pascual, se han bautizado más de 7.000 adultos; y a lo largo de este año lo harán unos 20.000. Y aumenta cada año. Algunos proceden del Islam y hay una cosa extraña: suele iniciarse el proceso de acercamiento al catolicismo tras una visión sorprendente, que destacan casi todos: sueñan mientras duermen con Jesucristo que les invita con dulzura a no tener miedo a acercarse a Él. Esto les impacta mucho, hasta el punto de que al día siguiente comienzan la lectura de los Evangelios que tienen prohibido no solo leer sino poseer. Este acercamiento produce un rechazo muy vivo por parte de los parientes, vecinos, amigos, que tratan por todos los medios de evitar. Saben los neófitos que si siguen adelante en su propósito han de renunciar a su familia (padres, hermanos, primos, etc.), pues serán considerados apóstatas y, en consecuencia, recusados y cancelados civilmente, e incluso con grave daño para su integridad física. Es muy duro.

En Gran Bretaña está sucediendo también una cosa un poco asombrosa, y ya se habla públicamente de un retorno al cristianismo, quizá todavía incipiente, pero perceptible. Por ejemplo, Richard Dawkins, famoso por ser adalid de los ateos y materialista convencido, autor de la fantasmal teoría del ‘gen egoísta’, acaba de declararse “cristiano cultural”, cuando a principios de siglo XXI auguró la desaparición total de la religión a favor del ‘culto a la ciencia’. O Tom Holland, escritor, quien tuvo una experiencia en Irak que le ha marcado profundamente y que significó un proceso de acercamiento a la fe cristiana. Mientras filmaba un documental en esa tierra asolada, quedó hondamente conmovido ante la matanza del ISIS contra varones cristianos que fueron crucificados. Un punto de inflexión en sus convicciones.

Como indicara C.S Lewis “los cristianos que más hicieron por el mundo actual son los que pensaron en el otro mundo”. Paradójico. Y esto es lo que está removiendo las estructuras aparentemente solidificadas e inamovibles del pensamiento irreligioso o antirreligioso de nuestros coetáneos. Algo se mueve.

Observaba Victor Frankl, en ‘el hombre en busca de sentido’, que “el ser humano tiene la peculiaridad de que no puede vivir si no mira al futuro: sub specie aeternitatis. Y esto constituye su salvación en los momentos más difíciles de su existencia”. Y concluía afirmando que “el prisionero, en el campo de concentración, que perdía la fe en el futuro —en su futuro— estaba condenado. Con la pérdida de la fe en el futuro perdía asimismo su sostén espiritual; se abandonaba y decaía”.

Y ya en nuestro solar patrio, es Unamuno quien nos habla del todo o nada: “¡Eternidad!, ¡eternidad! Este es el anhelo: la sed de eternidad es lo que se llama amor entre los hombres; y quien a otro ama es que quiere eternizarse en él. Lo que no es eterno tampoco es real”.

 

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