AGUA PARA CATALUNYA

Publicado en Levante, 16 de febrero de 2024

Pedro López. Grupo de Estudios de Actualidad

En gran parte de Catalunya –especialmente Barcelona y Girona- se ha decretado el estado de emergencia por la sequía. Eso supone que se restrinja el uso del agua. Por supuesto, cualquier “lujo” o “dispendio” queda prohibido: piscinas, riego de jardines y parques públicos, campos de deporte, etc. También se bajará la presión del flujo del agua para que haya menos volumen disponible por unidad de tiempo y así no despilfarrar. E incluso, llegado el caso, se impondrá el corte de suministro, lo que supone un engorro para todos, pero especialmente en el supuesto de que haya hogares con personas dependientes (bebés, ancianos, etc.).

Recuerdo de pequeño que con frecuencia, a la sazón, en mi ciudad natal, se cortaba el agua en verano. Era una medida necesaria ante la escasez del líquido elemento. Se cerraba el grifo desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche. La gente tenía que esperar a la nocturnidad para llenar los barreños, lebrillos, tinajas y calderos, con el fin de disponer de agua para el día siguiente. En cierta ocasión, dejé el grifo abierto de la cocina y, por este motivo, recibí una reprimenda: no era solo porque subiera el recibo del agua (ya entonces, como hoy, marcaba máximos en España), sino también porque tratándose de un bien escaso no podíamos permitirnos el lujo de su desperdicio, por solidaridad.

Hace años se abandonó cualquier política de ayuda entre cuencas hidrográficas. Se olvida que contribuye sentirse respaldados frente a la adversidad. Se hizo mal usándola como arma política arrojadiza. Y todo quedó en construir plantas desaladoras: un gasto en estos momentos en que se insta a no consumir energía que supuestamente emite CO2. En fin, haces un agujero para tapar otro; o desvistes a un santo para vestir a otro; y esa es una política ambientalista que me parece torpe, porque es ir dando palos de ciego. Hemos de prepararnos para lo que viene o está por venir, que es el calentamiento global, con la recua de fenómenos a los que hemos de hacer frente, entre otros, a la sequía (y también a períodos de pluviometría desbordante), especialmente en el Mediterráneo.

Espero que como dice el refrán -“si la Candelaria plora el fred es fora; si la Candelaria es riu, el fred es viu”- llueva mucho en esta parte de la Península y que el próximo verano, en Catalunya, sea normal, y nadie tenga que pasar por restricciones. Sería lamentable, pero todo cabe, que, como en la sequía de los años 2006/7, se repitiera el espectáculo de llevar agua en barco a Barcelona desde Marsella. Consecuencia de un radicalismo por parte de algunos sectores ultra que se opusieron a la conexión del existente minitrasvase del Ebro con el sistema de abastecimiento a Barcelona; y todo por admitir que el principio de precaución no debe conducir a tomar decisiones con un cierto riesgo, lo que equivale a no hacer nada.

Hemos de considerar que nuestra fortaleza reside precisamente en la Unión [Europea]; pero es ridículo apelar a esta alianza sin vivir antes la solidaridad entre nosotros [hispánica]; y que debemos tener una percepción social de riesgo que ayude a disponer las medidas pertinentes para evitarlo o paliarlo.

Noticia de última hora: el esperpento reaparece, pues los barcos van a llevar agua de Valencia. Alguno ya está piripi con solo pensarlo.

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