TRANSPARENTISMO

Publicado en Levante, 11 de agosto de 2025

Pedro López

Grupo de Estudios de Actualidad

 

El palabro que uso para encabezar estas líneas se refiere al concepto de transparencia del que tanto se ha hablado en las éticas de las organizaciones y en el liderazgo. Si escondes tus objetivos, y los otros no saben a dónde te diriges, no se producen las sinergias necesarias para innovar y mejorar, lo que aboca al fracaso.

El refranero acierta cuando indica “dime de lo que presumes, y te diré de lo que careces”. Cuando alguien habla de de honradez, de solidaridad, etc., hay que agarrar la cartera y ponerla a buen recaudo. Y en eso consiste la mentira: en hacernos creer lo contrario de lo que se persigue. Malas artes.

Me recuerda lo que aquel cocinero que, para guisar un plato singular, expulsaba a todos los pinches de la cocina, y se quedaba solo para que nadie aprendiera el modo de hacerlo: ¡ser el único! La condición humana es así: queremos ser los mejores, no tener competencia, ser el número uno, el único, etc.; y sin esfuerzo. La transparencia no necesita de artilugios para manifestarse: es claridad que vislumbra y evidencia lo que uno es.

En estos momentos de estupidez, vemos algunos casos en los que prima la mentira para pasar por la persona que no se es. Una mentira grotesca es referir una titulación que no se posee y de hinchar los currículos a base de másteres de chicha y nabo, que no son más que “cursets”. Y es que en la actual estructura de los partidos políticos trepan los más adeptos (adictos) al jefe. Aquellos que, en la subida espumosa y de suflé, se inflan a gestionar y establecer vínculos y relaciones que le posicionen en puestos de salida; y en no pocas ocasiones no están preparados técnicamente ni culturalmente para entender lo que están haciendo; y oponerse cuando haya que hacerlo, aunque lo digan los de arriba. No es posible que en una sociedad democrática se anule, por mandato o por ignorancia, o ambas cosas a la vez, a los que saben. No es fácil ciertamente llevar a cabo esa disidencia dentro de la autocracia en que el sistema se ha convertido, donde unos pocos, un cuadro muy reducido de dirigentes, disponen todo a su antojo e intereses.

La situación que estamos viviendo en España es extraña y enrevesada. Y conviene suscitar una reflexión de lo que está sucediendo. En ninguna otra organización, incluso en la administración pública, sucede lo que está pasando en los partidos políticos con afiliados que mienten directa y llanamente sobre unos estudios nunca realizados y titulaciones falsas, cuando además, en la inmensa mayoría de los casos, no son necesarios para ocupar los cargos que ostentan. ¿Por qué mienten? ¿Es que los partidos no son capaces de solicitar la correspondiente documentación antes de subirla a los portales virtuales? ¿Qué clase de indocumentados nos están dirigiendo?

 

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