MORALIDAD, EDUCACIÓN Y DECRETO

Publicado en Las Provincias, 21 de agosto de 2022

Salvador Peiró i Gregòri

 

Consideremos unos aspectos del fin que legalmente (Real Decreto) de fine la ESO. Por una parte, los elementos básicos de la cultura, por otra se refieren derechos y deberes de los ciudadanos. Tales se relacionan con tener conciencia y expresar lo cultural, así como las competencias sociales y cívicas.

Entre los tres tipos de asignaturas, que son un medio para conseguir las finalidades y competencias, hay que fijarse en las específicas: Cultura Clásica, Música; Educación Plástica, Visual y Audiovisual; Religión oValores Éticos. En 4º curso se introduce la Filosofía. Como éstas no son un fin en sí mismas, sino que son como bienes portadoras de valores, habrá que preguntarse por el modo de enfocar las enseñanzas.

Consultando a los alumnos podemos entrever pistas para mejorar la situación. Una mirada primera constata cierto desencanto de los estudiantes, si convivimos con ellos, nos percataremos de que hay indisciplina y conflictos que denotan cierta crisis de sentido en las enseñanzas. Unos alumnos aducen que no ven la relación entre las lecciones y la vida; otros que no hay interés por parte del docente; también se han localizado situaciones angustiosas y agobiantes ante un “memorismo” (asimilar sin comprender).

Para conciliar la finalidad prescrita para la ESO con las actividades de aprendizaje, hay que reflexionar sobre a quién se dirigen las competencias a promover. Y es que la educación ha de personalizarse en cada escolar. Él es el centro de toda la actividad, lo cual conlleva comprenderle en todas sus dimensiones.

Esta comprensión dela globalidad de cada alumno nos indica que la enseñanza habría de llegar a la reflexión crítica de cada alumno para que discierna y efectúa acciones libres en lo tocante al sentido de su vida en la cultura, lo plástico y filosófico. Tales acciones libres harían posible que los valores –no sólo unos cuantos y legislados, al estilo de los totalitarismos– se introyecten en cada estudiante en forma de hábitos. Es así como se leerán como competencias.

Como manifiestan investigadores internacionalmente importantes, no basta con dar valores, puesto que una cosa en saber y otra actuar. Muchos saben que robar no es un valor y que la honradez es una virtud, pero del dicho al hecho media el hurto.

Las asignaturas mencionadas ofrecen, claro que sí, conocimientos sobre estilos literarios, arquitectónicos, pictóricos…, la armonía delos sonidos o el esplendor de las formas (conjugaciones de luces, colores y espacios…), no obstante, hay que lograr que, captando los valores estéticos, el escolar vaya adquiriendo su estilo. Esto sería relacionar las diversas lecciones con su vida, que es lo que demandan los alumnos.

Una mención aparte es la consideración de la Filosofía. Primero, es loable que se la introduzca en este periodo, aunque hay experiencias de “Filosofía Para Niños”, que comienza desde el periodo infantil. Hablando de ciudadanía y de democracia, no es suficiente con aprender nociones filosóficas y autores con sus obras. Esta materia se inserta en el currículum para apoyar a otras que también tratan de promover la capacidad de análisis, interpretación, crítica, síntesis, aunque aquí buscando que cada cual lo efectúa respondiendo a cuestiones fundamentales: quién soy, de dónde vengo, a dónde voy… Es decir, profundizar en lo que las ciencias dicen sobre eso, aunque con sentido de la propia esencia y existencia humana, la moralidad de las acciones, la búsqueda de la verdad…

¿Y la religión? ¿Basta con filosofar? Si cada persona se compone de lo biológico, lo psíquico y lo espiritual, la educación no debe dejar de lado alguno de tales aspectos. Si la filosofía, principalmente mediante la ética, trata de buscar que cada cual actúe coherentemente y en conciencia libre, porque cultiva nuestro pensar lógico-reflexivo; la religión recoge el espíritu formado trascendentalmente (las ideas y hábitos) para señalar qué es elevar espiritualmente la vida (trascendente), aunque no es enseñar doctrina, sino hacer comprender el puesto del hombre –varón y mujer– con relación a Dios.

Situados en un proceso de enseñanza-aprendizaje análogo a lo descrito, el lector comprenderá que las cualidades “respeto”, “disciplina”, “orden”, “esfuerzo”, “tolerancia”, “cortesía”… no serán extrañas ni molestas para docentes ni para discentes, pues son connaturales a nuestra realidad cultural. Lo contrario en la vida es la corrupción, primero moral, luego es personal para pasar a derruir lo institucional.

Es momento de preguntarnos sobre los insultos (contra docente y compañeros), acoso, indisciplina, violencia escolares. ¿Es carencia de motivos para atender y estudiar? Entendemos que más acertado es señalar que las enseñanzas están despersonalizadas, que las asignaturas no van en la dirección debida, que la escuela y el IES son como una brújula estropeada que no señala el norte.

Y esto es pero si se actúa en contra de la verdad. En vez de fomentar una conciencia formada, se la deforma sobre cierta dependencia lingüística (a modo de adherencia a estupefacientes), enseñar que tal y cual espacio geográfico son un país, o una nación, o promover “emancipación nacional”, mediante falsas nociones de “indentidades” para, acto seguido, motivar (que no con análisis/síntesis crítico) para una “emancipación nacional”.

La educación no puede ser inmoral, ni por activa ni por pasiva, pues la inmoralidad destruye las relaciones convivenciales y la religiosidad. La educación debe estar al servicio de cada alumno, no ha de poner las personas al servicio de una quimera.

 

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