EL TRASFONDO DEL INFORME PISA
Publicado en Las Provincias, 16 de diciembre de 2019
Algunos atienden los informes PISA como una clasificación de sistemas escolares, en vez de apreciarlos como una oportunidad para mejorar y rectificar. El último de estos, aparecido el martes pasado 3 de diciembre, ofrece la encuesta de 2018. La perspectiva no es halagüeña. La ubicación española deja bastante que desear, por lo que tiende a levantar, más que lamentaciones, excusas: que no es representativa, que si los sistemas educativos manifiestan disparidades, incluso los subsistemas de España (comunidades autónomas) también adolecen de ese desequilibrio. Y, también, que las diversas evaluaciones no consolidan tendencias, que otros países lo tienen peor. Ante esto: a mal de muchos, consuelo de tontos.
Una novedad es que Finlandia no ya la ‘number one’, así mismo Canadá y Japón han decrecido, a la vez que Estonia y Polonia han sobrepasado a la primera, aunque por poco. Ya se sabe lo de Matemática y Ciencias; pero, el hecho que en Lectura se deje de considerar informar, debido a que un 5% de los estudiantes hayan cometido errores, impresiona bastante. En general, no es que estamos estancados, sino que retrocedemos, en cuanto que esperábamos subir el nivel. Lo cual es más que preocupante, aunque algunos se consuelen pensando que la tasa de mediocres es similar al resto.
Para evitar una fijación en las cifras y su interpretación superficial, hay que saber que la cuestión estriba en llegar a conocer qué evalúan tales cuestionarios. El fondo de la encuesta no pretende tanto conocer lo que se ha adquirido de los programas de las asignaturas cuanto la capacidad, que tienen los alumnos, para movilizar sus conocimientos para responder a las situaciones reales de su vida cotidiana. Al respecto, la gran mayoría de los consultados es incapaz de distinguir hechos de opiniones, ni llega a organizarla información recibida. Es decir, pudieran tener la cabeza muy llena, pero no bien amueblada.
También hay unos que buscan consuelo aduciendo que la ley del PP es responsable, ante lo cual otros aducen que en las CCAA que se aplicó tienen mejores resultados (Castiila y León y Galicia). No obstante, la consolación es amarga dado que el rendimiento global es el menor de todos los logrados por España hasta la fecha. Y, leyendo tales datos en el contexto de empleabilidad, las materias evaluadas son discriminantes para formar en los empleos que más se demandan.
Otra excusa se halla en focalizar en la falta de disciplina aular. El informe anterior ya señalaba cierta correlación entre los comportamientos indisciplinados y el impedimento para posibilitar el aprendizaje. Pero, también se decía que los alumnos de hoy son más felices y cohesionados que los de antes. Al hilo de esto, recuerdo un comentario de un inspector al visitar una clase de Matemática: «los alumnos no sé si aprenderán mucho, pero lo que es divertirse, lo parece».
Hay muchas investigaciones que relacionan las adquisiciones de los alumnos con su personalidad global. Las pruebas parece que atienden sólo a lo intelectual: reunir datos e ideas, retenerlas, relacionarlas con aplicaciones. Pero, en el momento de aprender hay que considerar el estado bio-neurológico del alumno (bien dormido, alimentado…). condiciones de estudio en casa y en el aula, etc. Todo esto se pone al servicio del acto de aprender. Este poner al servicio conlleva fomentar la idea de una profesión, alegría por tal dedicación, actitud de complacer con el rendimiento a padres y docentes…, así como evitar temor al fracaso, a disgustar, a ser amigo de los condiscípulos… Si todo lo anterior se hace posible, entonces es cuando interviene lo más relevante en cada estudiante: su voluntad. Ésta consiste en formularse «eso que quiero, puedo porque lo intento, y así me planifico el estudio, soy puntual, perseverante, estate en lo que haces y haz lo que debes…».
La voluntad es la que cumplirá con los diversos tipos de ejercicios, porque uno tiene fe en su objetivo, por lo que esperará con su esfuerzo lograrlo, así que manifestará confianza en sí mismo y en el docente, a la vez que valorará la obediencia, el respeto hacia sus mayores y los iguales, comprensión (empatía) y amistad, etc.
¿Qué trato de decir con esto? Pues que sólo con materias no éticas el aprendizaje tiende a ser pseudo-cultura y no sirve para explicarse (y, luego, explicar en los PISA) lo real. Es decir, que si las humanidades se suprimen de los estudios, poco a poco va bajando el listón de PISA. Y, no nos extrañamos que suceda lo que está pasando.
No obstante, todo no depende de los maestros (por supuesto, menos, del Ministerio o de la Consellería). Los docentes pueden hacer mucho, pues la Matemática, las Ciencias y el Lenguaje también son humanidades, si se enseñan en toda su integridad.
También los padres han de convivir más con los hijos. Los alumnos de los países que han pasado a la cabeza disfrutan de hogares bien compactos, cohesionados, viven su religión… Pero, no nos engañemos, no se trata de estar todos los miembros de la casa ante la TV, sino conversar, comer juntos, leer libros juntos, comentar películas, contarles escenas de su infancia y adolescencia, así como valorarlas conjuntamente, rezar juntos. Las investigaciones dicen que los resultados en el estudio son mejores, independientemente de la situación económica de la familia.
SALVADOR PEIRÓ I GREGORI